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Una obra de arte embotellada: vino

Dicen por ahí que un vino, es la única obra de arte que se puede beber; y cómo no compararlo con arte, si es una bebida llena de complejidad, elegancia, sabor y aroma. Obtener un buen vino depende de múltiples factores externos; los expertos indican que el clima, la altura, latitud, horas de luz y la temperatura del lugar donde se realice el proceso de vinificación, son cruciales para obtener una obra con cuerpo, sabor y gran estructura, que cumpla los requisitos para llevarnos a través de un viaje multi sensorial.

Identificar un buen vino requiere hacer uso de todos nuestros sentidos, es una evaluación de los tres puntos básicos de este: aroma, sabor y color. En cuanto al olfato, nos debe transmitir un olor a fruta en su punto óptimo de maduración, agudizar este sentido es necesario, para percibir si a su vez el cuerpo del vino perdura en cuanto aroma y gusto; la vista también juega un papel importante en esta evaluación, el color del vino debe ser cristalino y diáfano, es decir, la luz debe pasar a través de él.

A pequeños sorbos, así se disfruta un vino, una bebida que posee toda una teorización acerca de cómo potenciar su sabor y maridarla con preparaciones cuyos sabores correspondan entre si y se equilibren; te enseñamos cómo hacerlo: las proteínas compensan los taninos de los vinos tintos, por lo que una elección fuera de serie sería acompañarlo de nuestro New York Steak o de un Solomito Cuatro Pimientas; un vino rosado, una bebida de un sabor más suave, se adapta perfectamente a una Pechuga Grillada o un Salmón; por último, un vino blanco se adapta al sabor de unos deliciosos Langostinos a la Menier o una entrada de Queso Grillado, recuerda que el sabor de la bebida, no debe ser más fuerte que el de la comida.

¡Te esperamos para que pruebes maridajes fuera de serie, en la casa del buen Son y la mejor Melona!